Yo insistiría en que dejáramos de asociar blandura de un sillín (o asiento en general: ¿acaso para sentarse la gente evita las escaleras que encuentra en las ciudades o los asientos metálicos o de madera?) con su comodidad. Es un error. En una butaca no sólo estamos más cómodos porque es más blanda sino porque repartimos el peso por una superficie mucho mayor. Pero incluso en una butaca, si pasamos mucho tiempo en ella, terminaríamos por sentir la necesidad de cambiar de postura o incluso de levantarnos de vez en cuando.
En un sillín lo más importante es lograr que el apoyo se centre fundamentalmente en los isquiones (perfectamente preparados para soportar nuestro peso) lo cual es más fácil si el asiento no es demasiado mullido, que sólo aporta comodidad inicialmente y añade, por contra, el calor que sentimos en la zona de apoyo (con la consiguiente aparición de sudor y una mayor facilidad para que se produzcan roces e irritaciones).
Si no podemos modificar la altura del manillar o su distancia al sillín (como pasa con la Brompton, salvo que cambiemos de manillar) lo que podemos hacer es mover el sillín.
Desde que tengo la Brompton he ido modificando ligeramente la posición de sillín y puños (anatómicos) y estaba bastante satisfecho con ellos pero, como he comentado anteriormente, con ocasión de un viaje que acabo de realizar con ella, en el que he pasado bastantes horas subido a ella cada día, he vuelto a hacer ligerísimas correcciones en esos componentes y el resultado ha sido altamente positivo.
Animo a todos a prestar más atención a este tema.
Karlitto: deformando el cuero, o estirándolo, lo que consigues es impedir que el apoyo se efectue sobre los isquiones y que el cuero «abrace» la zona anterior y posterior de la entrepierna, dificultando la circulación, dando más calor y haciendo que soporten presión partes del cuerpo que no están preparadas para ello. El corte central en el cuero sí que puede tener sentido, y de hecho hay muchas marcas prestigiosas que lo incorporan, pero como digo, si el apoyo se realiza en los huesos que sobresalen en nuestras «posaderas» y si el asiento es duro, la zona más delicada (lo que queda entre esos dos huesos) queda liberada de la presión y a la larga resulta más cómodo. Por tal motivo la mayoría de los Brooks no llevan ese corte y marcas con el mayor prestigio tampoco lo usan (ni siquiera tienen esa «depresión» en la zona perineal).
Los golpes recibidos a través del sillín debidos a las irregularidades del terreno quedan amortiguados por la flexibilidad del cuero.
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